Beatos
Testimonio Editorial ha optado por editar facsímiles de varios de los mejores beatos mejor conservados. Escurialense &.II.5, el de la Seo de Urgel, el de la Universidad de Valladolid del año 970, el de la Real Academia de la Historia procedente de San Millán de la Cogolla de los siglos X y XI, el de Tábara del Archivo Histórico Nacional del siglo X, el de Turín del siglo XII, ... Esta opción se ha tomado no sólo por el valor de las ricas miniaturas de los beatos, sino por ser un Comentario al Apocalipsis de San Juan esencialmente español, que conoció un extraordinario desarrollo en la España altomedieval, singularmente en el Gran Reino de León.
Se atribuye la autoría del Comentario al Apocalipsis a un clérigo llamado Beato, que vive en Asturias a caballo del año 800 y que es bien conocido por el ardoroso ataque que hizo a la herejía adopcionista, sostenida por los obispos Elipando de Toledo y Justo de Urgel. Su labor en el Comentario fue menor por cuanto se limitó a ensamblar obras anteriores que tenían el mismo propósito, es decir, interpretar el Apocalipsis de San Juan, entre las cuales destaca por su importancia la del norteafricano Ticonio.
Al Comentario básico de Beato, con el paso de los años, se le fueron añadiendo distintas partes hasta alcanzar, ya en el siglo X, una estructura fija, en la que figura un prólogo general, un comentario resumido del Apocalipsis, otro de San Jerónimo al Libro de Daniel, un texto de San Isidoro sobre afinidades y parentescos, unas breves definiciones de códice o libro y unas tablas genealógicas de personajes bíblicos.
Desde el siglo IX, se tuvo la costumbre de introducir en el Comentario, y luego en el Libro de Daniel, unas miniaturas en las que, siguiendo fielmente el texto bíblico, se representaba el pasaje del Apocalipsis que se estaba comentando.
Sin duda es en este campo de la iluminación donde los beatos se diferencian de otros códices visigóticos –exclúyase alguna biblia y algún códice conciliar– y lo que ha conferido una fama extraordinaria a estos libros. Los más valiosos se insertan dentro de la gran escuela leonesa, también conocida como mozárabe, que se forma en el siglo X gracias a calígrafos y miniaturistas de la categoría de Magio, Senior, Emeterio, Ende, Oveco, etc. y que tiene características propias, como los tonos del colorido o la adopción de bandas de distintos colores para conferir cierta perspectiva a la composición pictórica.
Los grandes beatos están todos en escritura visigótica. Pero cuando ésta fue sustituida por la carolina, siguieron copiándose en la nueva letra y aún en la posterior gótica; de esta etapa ha llegado a nosotros una quincena de manuscritos entre códices completos y fragmentos, como el magnífico que, copiado en Gerona en el siglo XII, se custodia hoy en Turín. Hay que advertir que las miniaturas de estas piezas tardías se modernizan, pues, aunque se respeta la composición anterior, la arquitectura, mobiliario, figura humana y ropaje son los propios de su tiempo.