Dioscorides Grecolatino

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Dioscorides Grecolatino

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La edición facsímil que presentamos de este Códice conservado en la Biblioteca Apostólica Vaticana, está compuesto de 220 páginas en pergamino. En sus planos están los estigmas estampados en oro del Cardenal Fabio Chigi, después Papa Alejandro VII. En el dorso está con las insignias “Chigiane” en oro representando un marco metálico en forma de guirnaldas.

En este bello facsímil está ricamente ilustrado con imágenes de hierbas, árboles, cuadrúpedos, aves, anfibios e insectos y versa sobre materia médica del médico y naturalista de la lengua griega Dioscórides-Pedanio, nacido en el siglo I después de Cristo en Anazarba en Asia Menor, y activo como médico militar bajo los emperadores Claudio y Nerón. Es la máxima obra de medicina simple. Es el máximo tratado de farmacopea medieval . Va recordando en términos simples cual era el uso corriente de las hierbas medicinales siendo una abreviatura de la locución latina “medicamentum simplex” que era el caldo de la técnica griega. Este término, como explicaba Galeno, estaba indicado “id quod secundum naturam sincerum est” o sea, un medicamento al estilo natural o puro en oposición a “medicamentum compositum”, o sea, un preparado resultante de la unión de diversas sustancias.

Hasta la Edad Moderna, antes de afirmarse la hiatroquímica, entre el siglo XVI y XVII, (que traerá una sustancia no vegetal, sobre todo más de los minerales y metales ), la medicina empleaba como fármacos, especies para suministrar por boca, toda una serie de sustancias derivadas de las raíces, de los bulbos, de las cortezas, de las resinas, de las yemas, de las hojas, de las flores, de la floración de los frutos, de las semillas de una cantidad por nosotros imprevisible de árboles, arbustos, plantas, hierbas y vegetales en general, de una cuidadosa y precisa recogida de los “simples” derivaba por tanto a un buen éxito terapéutico de la actividad de los médicos y farmacéuticos. O sea, usa la importancia de recoger en un herbario, que mostrase en figura y explicase en leyenda, características morfológicas y su correspondiente propiedad terapéutica y orgánica de los vegetales para recoger.

De aquí la grandeza de la empresa de Dioscórides, que entiende el reunir y sistematizar cuanto la práctica empírica y medicina popular sabía alrededor de las plantas y su propio empleo. Con tal fin, consiguió un herbario enciclopédico ( con notas también de alimentos, bálsamos y productos cosméticos sobre varios animales, especies venenosas y sus relativos entornos) que junto a los dibujos en color de cada hierba, raíz, plantas medicinales, hasta entonces conocidas (cerca de 600) reunió en capítulos que eran útiles de conocer, o sea, con uno y más nombres con los que venían nombrados, sus propias características y propiedades y su empleo con sus virtudes curativas. Por extensión y competencia de tradición, tanto botánica como médica, fue el ejemplo y el modelo de los herbarios y de los antídotos farmacéuticos tanto en oriente como en occidente, y su fama se ha conservado intacta desde la era medieval hasta el Renacimiento, con diversas redacciones, muchísimas traducciones, re-elaboraciones breves hasta la imponente edición e impresión del cinqueccento.

Muchas veces, como en el caso de este Códice, aparato iconográfico, ordenado alfabéticamente, fue reproducido separadamente del texto y fue empleado como un atlante botánico para el conocimiento de las plantas, con la denominación en muchos casos sustituidas o integradas de aquellas más corrientes y locales. La unión con el texto del Dioscórides queda confiado, como en este Códice, a una brevísima anotación de reclamo que queda unida a cada ilustración.